Un proverbio portugués nos recuerda que, aunque tengamos todo el viento a favor, no llegaremos a ningún puerto si antes no hemos trazado el rumbo correcto.
Vivir sin objetivos es como ir constantemente a la deriva.
Por eso, el primer paso es saber primero adónde se quiere llegar.
Para ello, tendrás que utilizar al máximo tu imaginación y toda tu creatividad.
Para ello, tendrás que utilizar al máximo tu imaginación y toda tu creatividad.
El segundo paso que tendrás que dar es trasladar todos tus pensamientos al papel, pasando así a la fase de planificación que te ayudará a trazar tu rumbo exacto.
Para ello puedes utilizar las técnicas del Daruma y controlarla con tus agendas MYDARUMA.
Para entrenar tu mente podrás utilizar las 10 claves de la buena actitud mental y hacer los ejercicios que explico en el libro AMP inmobiliaria.
Nuestra mente necesita un objetivo.
Una vez definido el deseo a realizar, nuestra mente necesita convertirlo en un blanco al cual dirigirá todos tus pensamientos y acciones.
Para ello, elaborará una planificación interna compuesta de imágenes, colores, sonidos y sensaciones.
Creará así, en tu interior, una verdadera historia compuesta por una o varias imágenes tridimensionales y por una voz narrativa que la acompañará describiendo los detalles de cada cuadro mental.
Gregory Bateson afirma que nuestra energía sigue el flujo de nuestros pensamientos y, por lo tanto, no podemos permitirnos el lujo de dispersar un tesoro tan importante tras falsos objetivos y pensamientos negativos.
La energía a la que él se refiere es alimentada y recargada por una «dinamo» especial que tenemos y que está directamente vinculada a nuestras emociones positivas.
Más que la comida u otra cosa, el cargador más potente son estos chutes de energía provocados por nuestras sensaciones y sentimientos positivos.
Así las emociones negativas, al contrario, procederán a descargarla cada vez que estemos pensando en algo negativo y deléterio.
Al igual que un coche, nuestro cuerpo necesita siempre una batería bien cargada para poder arrancar y andar.
Lo contrario (tener la batería vacía o con poca energía) nos llevaría a acumular un déficit energético que el cuerpo sufriría debilitándose y cayendo inevitablemente enfermo.
Mantener el ritmo y vivir el presente
Pasemos ahora al concepto de ritmo.
Un objetivo en sí mismo no es un objetivo si no se sitúa en un contexto específico de temporalidad.
No es lo mismo disparar una flecha que disparar una flecha cuando tenemos nuestro objetivo delante.
La temporalidad está a su vez relacionada con la velocidad y el ritmo del transcurrir del tiempo.
Es por esto que la calidad del resultado final dependerá en gran medida de la dirección y del ritmo que decidamos dar a nuestros objetivos.
(La temporalidad determina el momento exacto de la ejecución en el cual nuestra mente tiene que tirar sus flechas al tener su objetivo delante de ella. Podrá ser un pensamiento que se transforme en una idea o de la idea que pasa a ser una orden para ejecutar una acción directa).
Para que esto ocurra, hay que saber vivir el presente, que en sí mismo significa mucho para nuestra vida, como afirma el filósofo Martin Heiddeger, es algo que caracteriza la vida misma del ser humano.
Hay otro concepto importante que añadir para entender bien el valor del tiempo y del ritmo.
Como escribe Tiziana Scarpa en su libro «La vida y no el mundo»
«El tiempo es un ser que se realiza a sí mismo».
Cuando damos contenido al tiempo creamos una historia
En la vida, por la ley natural de supervivencia, aunque no seamos conscientes de ella, siempre estamos compitiendo con los demás y al mismo tiempo con nosotros mismos. Cuando no lo hacemos, nos sentimos extrañamente insatisfechos o incluso fuertemente apáticos.
Sé que a muchos no les gusta leer lo que estoy diciendo en este momento, pero esta «lucha por la vida» es lo que realmente nos mantiene vivos y en forma cada día.
Muchas veces no es importante ganar, sino como en el deporte: entrenarte para competir y jugar tu partido cada día.
Cada uno de nosotros decide cuál debe ser su ritmo de vida y en qué competiciones participar, en función de sus necesidades para sentirse realizados.
Está claro que no es lo mismo correr para entrenar que correr para preparar unas Olimpiadas.
Cada vez que damos un contenido al tiempo (construimos un objetivo), lo situamos en un contexto temporal y lo convertimos así en historia.
Y así, concluyendo nuestra reflexión sobre lo importante que es trabajar y vivir con ritmo y dirección, podemos afirmar que: el tiempo presente de uno nunca es equivalente al de otros.
Dando sentido a tus objetivos construyes la historia de tu vida.
Fijando la velocidad de ejecución darás un ritmo a tus acciones y un valor a cada momento de tu vida.
Así pues, la historia de nuestra vida depende estrechamente de la dirección hacia la que tendemos y de la velocidad que elegimos en nuestro metrónomo vital.